Hoy dormiré sonámbulo de cuentos,
desierto de fantasmas
porque te tuve cerca.
Cerca.
Estrujando fuerte hasta el último de tus alientos,
alargando poemas que no se me han venido a la cabeza,
saboreando abejas de multicolores formas en tus labios technicolor,
en tus manos de galaxia,
en tu ombligo lunar rodeado por aire,
vaho mortuorio,
vaho de nacimiento
que mece hoy los sueños-poetas,
Que me hacen mover las manos,
que me hacen no dormir
no pensar más que en tus ojos de río,
cruzados por un puente;
puente rojo de toro
de pradera de olivo,
de musa que sueña en el olvido
y cae.
Despierta y vuelve para inspirarme,
para no dejar vivo cada minuto de la madrugada que termina,
que se alborea en tono sepia casi fuego,
casi plomo;
como tus ideas que caen en forma de cabellos absolutos,
de fuegos absolutos,
de verdades absolutas.
Y te veo aquí,
justo en frente;
sentada bebiendo verdes,
dejando ir vientos y venenos funestos,
verdades desiertas de noche,
¡De mi noche!
En la que estallo como un cohete con dirección desconocida,
con vapor desconocido.
La musa localizada en el zapato-volante,
ese que cae entre túneles sin anticipar su aterrizaje
y quita el sueño,
quita todo, dejando estelas…
Hoy dormiré sonámbulo.
Hoy dormiré con los ojos abiertos para ver si consigo verte
y proyectarlo con mis ojos en la pared contigua,
para dibujarte a tamaño natural,
verte despierta
y clarear esta mañana que me susurra…
Hoy dormiré sonámbulo y despertaré inquieto;
contento de saberme vivo,
de saberme completo.