Las relaciones humanas son tan extrañas y predecibles, vera usted.Un hombre mira a una chica en el autobús, se hace el despistado e intenta adivinar los letreros de la derecha, la dirección en la que la que la mujer, una chica bien parecida con un par de tetas prominentes se encuentra. El hombre, delgado, cabeza rapada y valorablemente adecuado la mira. Ella acaricia su cabello. Encinta sus mechones y deja ver los pechos que con el movimiento del bus bailan en una cadencia deseosa de encuentro. Él, mira al horizonte, sus ojos intentan caer en una profundidad irremplazable pero fallida. Ella ve que la ve, él ve que ella lo ve. Él toca el pantalón buscando el móvil y deja ver un miembro cuasi erecto, ella se abanica la playera y un borde del sujetador rosado sale. Él imagina los pezones erectos, el numero telefónico y hasta un encuentro sexual. Ella espera la parda de la siguiente estación, tambien le mira el rostro. Ambos ven la hora y como si se tratara de un paso redoblado esperan que un salto los junte.
Ella se levanta, toca el timbre y baja en la estación SanJuan. Él capta una nueva chica y regresa al imaginario de casuales para terminar en la Tacuba y caminar hacia casa para la paja de la noche.